Hola,
¿Qué tal? Espero que te encuentres bien.
Ayer me tomé el día de descanso de nuestras cartas desde Japón. Necesitaba descansar y darme una vuelta por Kyoto, que es una ciudad increíble y llena de gente que hace cosas alucinantes. Así que pensaba descansar, pero se convirtió en una aventura nocturna 🙂
Así que hoy aprovecho para contarte lo del sábado y lo del domingo. El sábado fui a comer a un restaurante que se llama Kamokashi que la mayoría de la comida está fermentada. Es genial solo entrar y ver todos los botes de cosas buenísimas y también de experimentos, así que me siento como en casa.
Además, Megumi, que es la responsable del negocio, me estuvo enseñando una pequeña tiendita que tiene con los fermentados que elaboran y su obrador. Es una maravilla que en Japón también haya esta corriente de recuperar las fermentaciones tradicionales, porque en el día a día, los japoneses han dejado de fermentar y estos pequeños proyectos, pueden volver a recuperar ese gusto por la tradición.
Y hoy he tenido la suerte de comer en su casa con una amiga de Taiwán, que también se dedica a la fermentación y la familia de Megumi. Había unas cuantas cosas que no conocía, como el huevo centenario de Taiwán que he sido incapaz de probarlo y unos sakes fermentados de forma natural, que estaban increíbles. Uno de ellos tenía un gusto final a amasake, así que era, entre una bebida alcohólica y una crema dulce de color blanquecino.
Por cierto, estos días en Kyoto he aprovechado para hacer turismo y… reconozco que lo mío no son los lugares masificados, pero me he dado cuenta de que hay sitios increíbles donde la gente no llega y son espectaculares. Solo tienes que buscar unas largas escaleras o un camino más estrecho y por allí no va nadie. Así que he podido descubrir parte del Japón tradicional que me ha alucinado.
Mañana empiezo el Kumano kodo, una parte de mi viaje completamente diferente. Tengo muchas ganas de salir de la ciudad y ponerme a andar por el monte, tener momentos para mirar las partes pequeñas que siempre nos saltamos y además, estoy convencida de que voy a encontrar a personas increíbles.
Así que no sé cuando será la próxima carta porque no creo que tenga mucho acceso a internet. Pero quiero que sepas, que me está encantando escribirte y que me encantan los mensajes que me enviáis.
Te mando un abrazo gigante
Hasta pronto
Nerea
Te seguiremos por los montes, aún sin internet!!